Estudio de la pisada para todas las personas

Con el auge de algunas actividades físicas, cada vez es más corriente someterse a un estudio de la pisada, pero esta prueba no solo tiene beneficios para los deportistas. Es cierto que este colectivo tan dinámico obtiene resultados concretos como consecuencia de utilizar plantillas que optimizan su pisada. Así logran una mejor relación esfuerzo/rendimiento y un retardo en el desgaste de las articulaciones, pero aunque no se practique deporte habitualmente, las ventajas de un estudio de este tipo alcanzan a toda la población.

¿Cuál es el objetivo del estudio de la pisada? Analizar de forma pormenorizada el modo en que pisa una persona y las repercusiones que ello tiene a nivel físico, principalmente en pies y rodillas.

El estudio no va asociado a la realización de una plantilla, no es ésta su meta, aunque hay un porcentaje de casos en los que la plantilla individualizada es el remedio que soluciona problemas y atenúa molestias, complementando otros tratamientos y/o hábitos.

 

Gracias al estudio biomecánico de la pisada, las personas con problemas articulares y musculares pueden corregir desgastes y desequilibrios que les originan dolor. Y desde el punto de vista preventivo, es una prueba fundamental para corregir de forma temprana muchos problemas futuros. A partir de los cuatro años de edad, si no ha habido necesidad anteriormente, se recomienda hacer un estudio de la pisada a los niños, con el fin de corregir posibles alteraciones en las extremidades inferiores que pueden derivar en posteriores complicaciones si no se tratan a tiempo. Las estructuras musculoesqueléticas de los pequeños se encuentran en desarrollo, y el momento óptimo de actuar es cuando son más flexibles.

 

Lógicamente, los beneficios del estudio van unidos a la calidad del profesional sanitario que lo realiza. Cuando se lleva a cabo por un especialista como el podólogo, podemos tener la seguridad de que nuestra salud está en buenas manos, y que no va a consistir en una prueba rutinaria previa para vender un tipo u otro de calzado, o para recomendar plantillas en serie que pueden resultar más perjudiciales que beneficiosas.

 

El podólogo dedicará el tiempo necesario para hablar con el paciente y recabar todos los datos de importancia. Llevará a cabo una exploración minuciosa y realizará una valoración en estática y dinámica para obtener información científica sobre la interrelación que existe entre el pie y el resto del cuerpo. Y partir de estos resultados, y de si existe o no una lesión previa, recomendará el tratamiento más adecuado, que puede incluir unas plantillas personalizadas ajustadas a las características personales del paciente y al tipo de actividad que practique.

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